Diálogos Gastronómicos: Nos vamos de cervezas…Con glamour

Hoy es viernes, y lo que más apetece es lanzarse a las calles a disfrutar de estos primeros rayos de sol que la primavera nos regala, y por qué no, tomar unas cañas acompañados de buena gente. Pero el plan de tomar cervezas puede convertirse en algo más sofisticado si queremos, un deleite para nuestro paladar. Porque el vino es parte arraigada de una tradición nacional, lo llevamos en la sangre, y sin embargo la cerveza es un poco más desconocida para España a pesar de ser la opción más refrescante ahora que el calor comienza y las terrazas están hasta arriba.

En el barrio de Chamberí, uno de los barrios más cerveceros de Madrid, hay un lugar donde la cerveza de Bélgica, sin duda el paraíso de la cerveza  puede ser catada en todas su vertientes. Cervezas rojas, negras, de sabores más suaves a más intensos… El Atelier Belge (Calle Bretón de los Herreros, 39) presenta once grifos repletos de sabor y de nuevas sensaciones, acompañadas por una variedad exquisita de delicias gastronómicas con las que conseguir el maridaje perfecto.

La clásica Te Deum, rubia y tostada, al gusto de cada paladar; la Chouffe, de alta fermentación y más cuerpo; o la fragante Gauloise son algunas de las referencias que encuentras en la barra del Atelier Belge. La Charles Quint Keizer Karel es cremosa y densa, ligeramente dulce con aromas afrutados, también es cremosa la Tripel Karmeliet, aunque más refinada y compleja.

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La Blanche de Namur, de color amarillo pajizo, tiene un aroma frutal con un toque cítrico y su espuma es densa y fina. La Grand Cru es una cerveza algo más compleja con un final largo y sutil. Una de las referencias de abadía es la Tongerlo, de alta fermentación y cierta entonación amarga, agradable y característica. También es muy apreciado el tenue ahumado de la Cornet, muy refinada y peculiar, mientras la Stella Artois, equilibrada y de fino regusto, compite favorablemente con la frescura reconfortante de las cervezas más convencionales

En Bélgica es muy típico cocinar y comer siempre acompañados por una cerveza. Es más que una bebida, forma parte de su cultura y de su rutina. Y curiosamente, no se estila lo de llamarla cerveza artesana como solemos llamarle aquí , sino cerveza familiar, puesto que existen cervecerías regentadas por familias durante cinco o seis generaciones.

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Una de las variedades más demandadas por su intenso sabor

José Luis Ramírez , maestro cervecero, lleva descubriendo sabores y matices del manjar dorado desde hace 40 años, cuando montó una cervecería, la famosa OldenBurg,  que entró en el Libro Guinness de los récords por ser la que más variedad de cerveza tenía, “y llevamos ya más de 30 años importando cerveza para que la gente pruebe cosas nuevas”.

Hijo de padres vinateros, prefirió no seguir la tradición y optar por introducir la cerveza, a pesar de no estar tan arraigada en nuestro país. También nos cuenta que existe mucha confusión en lo que a sabores y tipos de cerveza se refiere: “hay gente que dice por ejemplo que no le gusta la cerveza negra porque es fuerte; sin embargo, el color no influye en la graduación”.

Los madrileños siempre han presumido de ser grandes tiradores de cerveza. Sin embargo, el maestro cervecero no las tiene todas consigo. “La cuestión es que, en cada país, la cerveza se sirve de una manera diferente. Por ejemplo, en Alemania tardan siete minutos en servir una pinta, pues la dejan reposar. Aquí seguramente diríamos que lo están haciendo mal. En Bélgica, utilizan espátula para retirar la espuma. Como digo, cada uno tiene su cultura, y yo llevo 45 años aprendiéndolas todas”.

Disfrutar de cerveza belga no siempre es fácil en Madrid, pero en Atelier Belge se puede elegir entre una cuidada selección de referencias que, acompañadas de una tapa, maridan con el barrio y con un verdadero espíritu cervecero.

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