Antonío Íñiguez, autor de «La ambición de Norman Roy»

«La ironía es la única manera de llegar a la gente, porque la gente no quiere escuchar la verdad»

Antonio Íñiguez, en una firma de libros

Antonio Íñiguez, en una firma de libros

«Las virtudes no se pregonan; se practican. Norman Roy»

De repente, Facebook se inundó de frases escritas por un tal Norman Roy. Todo el mundo se preguntaba quién sería ese escritor que decía verdades como puños pero del cual no aparecía  ninguna referencia en la red. Cada día, una frase distinta, un aforismo irónico que hacía pensar sobre la escala de valores que ha tomado nuestra sociedad…

Y un buen día, Antonio Íñiguez, abogado tardío y con muchas cosas que contar, anunció la presentación de su libro «Diccionario irónico-filosófico de máximas y mínimas», que en unos días se convirtió en el libro más vendido en Amazon. Después, todo fue rodado, ya que a las pocas semanas publicaba su primera novela, «La ambición de Norman Roy», que ya ha sido presentada en Gijón y que el próximo viernes le llevará a Zaragoza. Se supo así, por fin, quién se escondía bajo la figura del misterioso Norman Roy…

-Todo esto empezó colgando frases en Facebook, ¿llevabas idea de recopilarlas en un libro desde el principio?

-¡Qué va!  Siempre he escrito, pero antes estaba centrado en terminar la carrera de Derecho. En  el último año de carrera empecé a escribir frases y me propuse colgar una al día, y hacerlo bajo el nombre de Norman Roy. Y el mito de este seudónimo se fue haciendo colosal, todo el mundo me preguntaba quién era ese tal Norman Roy. Fue así cómo se le ocurrió a la editorial publicar un libro.

– ¿En qué momentos se te ocurren semejantes aforismos?

– Ha sido fácil, soy una persona muy individualista y me tomo mucho tiempo en observar a los demás. He vivido mucho interiormente, y sin llegar a ser un anacoreta, puedo pasar un mes sin ver absolutamente a nadie. Las frases me salen siempre cuando salgo a correr.

El tema más recurrente es la falta de moralidad, ¿te preocupa este asunto?

-Has acertado, me preocupa la falta de moralidad,  y el libro es irónico porque es la única manera de llegar a la gente, porque la gente no quiere escuchar la verdad.  Actualmente, valores no hay ninguno, pero nos quejamos sin hacer nada.  Lo máximo que hace la gente es llorar delante de un telediario, pero así no se puede ser feliz.

-¿Eres optimista con respecto a esta falta de valores?

– Yo soy el tío más optimista del mundo. Yo  me describo como un «optimista realista»: Creo que por más chungo que el mundo esté , siempre se puede cambiar, pero la cosa está chunga… Estamos mejor que hace 200 años porque la gente no se muere por las calles, pero en cambio no somos felices porque no tenemos valores.

-Podemos encontrar también una feroz autocrítica…

-Continuamente hay autocrítica. Cuando lo empecé a escribir, me puse delante del espejo, y ahí te descojonas.

– Escribir bajo un pseudónimo, ¿denota timidez?

-No exactamente, es más bien un juego. Facebook es un lugar maravilloso para estar con los amigos, es como tenerlos en casa. Compartes cosas que hablabas antes en el bar, es un altavoz con el cual te escucha mucha más gente; pero lo puse como un juego, porque además todos somos un poco Norman Roy.

-¿Para quién escribes?

-Escribo para mis amigos, para los del fútbol, ¡ o para los de la facultad en la que pasé veinte años! Mis amigos son los protagonistas de mis novelas, y están encantados de verse reflejados en ellas.

-¿Por qué los que lean esta entrevista tienen que leer tu libro?

– Me cuesta mucho hablar de mí. Pero bueno, sobre todo porque es divertida y con un toque de ironía. En la novela, el personaje es un poco desastre, mete mucho la pata y se equivoca muchas veces, pero el mensaje es duro, y es concienciar sobre el mundo de los trepas.  Así que hay que leerlo porque a la vez que hace reír, hace reflexionar.

«He hecho todo al revés; me he licenciado con 45 años, me saqué el carné de conducir con 40… Pero tengo la misma ilusión que cuando tenía 18»

Portada del primer libro de Norman Roy

Portada del primer libro de Norman Roy

– Tienes una relación de amor muy bonita con Gijón y Zaragoza, ¿por qué?

– Yo siempre digo que soy asturmaño. Lo de Gijón es impresionante, todos mis amigos a los que he llevado han vuelto a ir.Mi familia es de ahí, la comida es increíble, la gente… Y a Zaragoza la quiero mucho; más que a eso, quiero a los maños, son los mejores. Sin duda es una ciudad dura, el cierzo es desfibrador, y los que salen de ahí son unos fuera de serie.

-Presentaciones en Gijón, Zaragoza y Madrid, y con vistas a que el número crezca. ¿Cómo llevas este trajín repentino? -Estoy asustado, porque además yo no había buscado esto, pero va muy bien.  Ya fui a Gijón, y los días previos la verdad es que los paso asustado. Pero una vez ahí, improviso, lo que vaya surgiendo sobre la marcha. La próxima visita es a Zaragoza, y me han propuesto también hacer una presentación en Andalucía…

-¿Qué te queda por hacer? -Muchísimas cosas.  Yo he hecho todo al revés; me he licenciado con 45 años, me saqué el carné de conducir con 40… Pero tengo la misma ilusión que cuando tenía 18. Así que aún tengo muchísimo que hacer. Me gustaría seguir mejorando como escritor. Es más, yo  no quiero ser famoso, yo quiero ser un gran escritor, como Pérez de Ayala, Bálzac…

2 comentarios

  1. Me siento orgulloso de estar con Antonio en la Orla de la Licenciatura de Derecho, y mucho más de haber leido su libro, un compendio de sabiduria popular que Antonio ha sabido darle forma y contenido, como se nota, sin duda, que está acostumbrado a leer los excelsos códigos de leyes que se manejan en la carrera. Un abrazo Antonio.

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